4 de diciembre de 2006

La vida de un cartón de leche

Todos en este mundo llegamos a un punto en el que por unas u otras causas sentimos que la soledad nos inunda, y por unos u otros medios intentamos llenar ese vacío existencial que nos consume. De este modo llega la duda a mi maquina de fabricar ideas: ¿Será éste el motivo por el que mi querido compañero de piso mantiene aun ese cartón de leche en el frigorífico o acaso dicha actitud responde a algún tipo de experimento o rito ancestral que mi precario cerebro no alcanza a comprender?

Querido gordo, por mucho que tu o yo lo queramos, las leyes de esta realidad impiden que a ese, por otro lado decorativo, cartón de leche le crezcan patas, alas, o aletas y salga del frigorífico para recibirte con el periódico en la boca cuando llegas al piso.

Por eso, y no por otra causa (todos conocéis mi respeto por los seres vivos) he decidido acabar con él, y aunque recaiga la vida de millones de organismos unicelulares sobre mi conciencia, el que no lo hagan sobre mi salud por lo menos sanará mi ánimo.

Ale Osito, suerte y vuelve al Reino de Gordor antes de que los ¨jodidos tipos delgados¨ de los bosques de Lothlórien se adueñen de él.

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